Encontrar un lugar en un mundo invisible al propio, otro invisible no se volvió un poco obsesivo.Quizá algo deba detenerme ¿No? Quizá sea urgente pausar y respirarme en la boca para sentir lo frágil del sonido. ¿Ves?, el dolor no se detiene. El helecho se murió.Desde hace días -creo que desde un inicio- el cuarto que ahora habito me ha dicho que en cualquier momento debe ceder.Y tendrá que hacerlo.Me lo susurra sin ninguna emoción, así como ocurre con bastantes cosas. Y el sonido se va alejando silenciosamente de éste manojo de sonrisas tristes hasta alejarme a mi también. Confieso y me aseguro de permanecer quieto y entregado al instante mismo del colapso. Como bien preciso tiene que ser. Ésto hizo que unas tardes se ataviaran de gris y oxido, que unas otras decidiesen caminar por ésta mansedumbre generalizada sin mirar, sin sujetarse. A mi me crujió algo dentro de una caja ¿Lo sabes? Una caja dentro de otra, así: Indefinidamente. Y alguien se llevó mi cuerpo. Si no, ¿Qué le dice a usted la palabra absorción?¿No le gustaría dejar de respirar si usted respirara y respirase éste aire, ligera sensación viva, absolutamente enrarecido?Las tenues sombras que produce el ventanal por las tardes y que contrastan por las noches también lo mencionaron, lo puntualizaron: Recuperar la vida. Dijeron al oído. Y llenaron al abismo. Pero una ley física impide que permanezcan así como ocurre con todas las cosas. Correr correr correr correr correr y correr y correr y correr y correr y correr y correr y correr y correr y correr y correr hasta que los murmullos se disipen.
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