domingo, 22 de julio de 2012

Palin Dromein y 10 toallas.

Me gusta el cine y voy al cine. 
Pude comprobar que hay personas con gustos en común, con ideas en común, con estados de ánimo en común incluso. Es que fui también a una marcha.
Pero es un hecho que las personas tengamos bastantes cosas en común.
Sonreí y de tan amena plática hasta recordé películas y situaciones de las que ya no permanecía casi nada. Uno de repente cree que ya no tiene nada dentro, se siente con nada dentro.
El cine -al igual que la calle- en sí mismos son espacios comunes y soy visitante recurrente de éstos lugares, lugares muy específicos y bien digeridos.

Pienso en la gente que te rodea y éso es lo que personalmente percibo como país, como mi mundo inmediato: Familia, compañeros de trabajo, amigos de clases, toda esa gente que casi a diario veo en las rutas que recorro, en el tren, en el metro, en los camiones, quienes van al mismo bar a la misma hora, quienes coincidimos en la comida, etcétera. 
Nunca nos hablamos pero nos reconocemos. La gente con la que uno converge rutinariamente en los lugares comunes se vuelven como una especie de familia, una otra familia. 
Seguro que si nos vemos en otro lugar que no sea el habitual nos saludaremos con una leve sonrisa.

Los intereses en ocasiones también vienen a ser los mismos o de menos similares.

A veces las miradas después de cruzadas derivan en diálogos e intercambio de ideas. Éso es lo que me encanta de las relaciones humanas en general: el crecimiento horizontal, el reto ideológico. 

Como una línea que viene

Los encuentros fortuitos me encantan por lo súbito, por lo fugaz; siempre tienen esa parte de superficiales pero a la vez bien puntuales, siempre van hacia adelante para algún día quedar atrás. En general me gusta cruzarme con gente, se desvanece lo huraño.

Como una línea que va.

De los últimos días me quedo con los palíndromos. 
En realidad me doy cuenta de la heterogeneidad, hay tanta diversidad como personas en las calles, incluso hay más de lo que uno podría imaginar. 
Ensayo una analogía entre éstas curiosas frases y la gente con la que coincido, evidentemente no tengo intención que mi vida futura tenga la característica etimológica de la palabra palíndromo pero juego con el término, con su significado y con su producto en sí, para ajustarlo a las gentes con las que convivo ahora.

Atrás y adelante.

Casi no he visto a mi hermana últimamente, ella también es un palíndromo; ya no me ha recordado la visita urgente al terapeuta, no sabe que en realidad ella es mi terapeuta
Aunque como alternativa me han asegurado que el morder toallas quita eficazmente el ansia. No tiene nada que ver, pero han de saber que ésto me lo ha asegurado una persona palíndrome con quien un día nos encontramos por la calle. Ella también padece de ansiedad aunque supongo que cada quien la padece diferente.


Hoy me escribo hacia atrás y hacia adelante pero camino -como siempre- en la misma dirección.