jueves, 8 de agosto de 2013

Sobre la marchita prueba del viejo futuro.

La forma obscena de las relaciones se permea. Cerrar ventanas y puertas porque dijeron en lengua casi olvidada que allá afuera ronda el ruido. Que ronda alrededor de los cuerpos, que los embarra de estridente sonido lo mismo por las tardes de tumulto que por las noches luminosas. Y los transforma, los vuelve otro, como a alguien a quien nunca imaginamos, como a alguien a quien nunca habíamos visto. Pero aseguran que de eso debería tratarse el futuro, de estar dispuestos y receptivos a la reestructura, a desalentar a lo lineal e incluso a no considerar como tragedia a la destrucción misma con el único fin de ejercer la libertad. El hecho de prescindir de un fin único y común, seguramente nos llevaría a ser menos violentos. No dejar entrar nada y volverse invisible. Hoy ése sonido me viste y sus frecuencias arropan con sueños mis deseos.